fénix de madrugada (1996)
I. P.
La
red te iluminaba todo el rostro: apenas
agua. Tu
nombre era aquel nombre y no era el nombre: hilo
de estrella. Y me
rozaste apenas, tú, suavísima, mi
pequeña, mi nunca, mi perdida, porque
no estás aquí y estás conmigo: hoja
de sol que
cae sobre el rostro de mis años en
esta brisa. En
esta noche me
llamas a tu siempre claridad: no
me has dejado. Después
de tanto río me recuerdas: no
me abandones en
esta oscuridad de laberinto, mi
cristal diminuto, mi
transparente niña muerta. |
Sitio desarrollado por SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad de Chile