solitario,
mira hacia la ausencia (1953)
ESTÁS MUERTO
Y PREGUNTAS FRENTE AL MURO
Oyes voces lejanas
a medianoche. Escuchas
un grito oscuro, helado,
de hace ya quince años
en tu tierra perdida.
¿Qué hay, qué hay de la noche?,
preguntas por la sombra.
Y alguien responde lejos:
Viene la madrugada,
viene la noche.
Preguntad otra vez,
porque parimos
sólo viento
en palabras. Borrando está la noche
la memoria y el
tiempo de nuestros sucios nombres.
Tendido estabas recordando
el grito desbocado
de aquella extraña
primavera. ¿Fue el silencio
de memoria inundado?
¿Subió la enardecida
sangre con aquellos
recuerdos
por tus venas quemadas?
Ay, no adivinaste
el frenesí envolvente
de las calles del mundo,
y tomando, sin que
nadie te viera,
de un solo trago el
río
seco de tu soledad,
mordiste amargamente
tu imposible retorno
a los días de
silencios.
Una roca desierta
que el sueño del tiempo
cubre, una calle desierta
que el eco de los pasos
puebla de nuevas soledades,
eras bajo la luz extraña
de aquella primavera.
Sí, despierta,
despierta;
no has de encontrar
sino el muro desierto,
las voces desiertas,
las calles desiertas,
y ahora aguardas tembloroso
una palabra sola,
y frente a ese muro
creas
la forma de ese cuerpo
que bebieran tus manos.
¿No creció
tu amor bajo la verde
luz del bosque, en
la distancia
temblorosa del lago,
por las vagas
promesas de secretos
placeres que temblaban?
¿No fue quemado el
ciego
deseo de escarlata
en nieve estéril
y en fugaz ceniza?
Y ahora muerdes las
sábanas
como buscando la figura
de un amor putrefacto,
y no hay nadie,
y golpeas con los puños
el muro
y no hay nada,
y un no sé qué
de llantos se hace duro en tu garganta,
y no esperas a nadie,
y el ahogado grito
del placer compartido te rodea en la noche que avanza,
y no hay nada,
y no hay nadie.
¿Dónde se encuentra
ahora el grito desolado
que conoció
la luz de aquella madrugada,
en la incesante oleada
que penetró tus huesos?
¿Dónde está
la lluvia que oías en la noche
en el regreso del antiguo
abril deshabitado?
¿Dónde el cuerpo
en el clamor del lecho?
¿Conociste en la entraña
de tu madre ese rostro
de tu hermana, cuando
estabas rodeado
de una noche perenne?
Y el grito cayó
sobre la cordillera poderosa de nieve,
surgió de las
tardes sobre las colinas purpúreas,
cayó bajo los
edificios solitarios,
ardió sobre
los trenes que rompen la lluvia y la memoria de la lluvia,
penetró tu pecho,
y sobre tus ojos,
en la nocturna furia
de la muerte sobre el amor que anudamos,
rodaron tu olvido y
tu distancia.
Esta es la noche que
recuerdas
y la recuerdas solitario;
pero es tu noche, la
única que has perdido
y la única que
conquistaste.
Y no hay nada; viene
la madrugada,
viene la madrugada
y en tu memoria ausente
la ternura se aleja,
se pierde enloquecido
lo que el carnal puñal
del imposible encuentro hizo lejano,
y estás muerto,
y aunque preguntes
en la noche
estás muerto,
y aunque hables y preguntes
y te desesperes
estás muerto,
y tu amor está
muerto, aunque no haya nacido,
y tu noche está
muerta,
y frente a ese muro
ocupas un espacio futuro.
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