solitario,
mira hacia la ausencia (1953)
VAGABUNDOS EN LA
NOCHE
Te llama el sur esta
noche, te llama como nunca
el corazón secreto
de la lluvia, te llama un perfume
dejado en la distancia
y que regresa ahora.
¿Hay algo para el cuerpo
que espera con nostalgia,
algo para su sed, para
el canto que escapa;
hay algo, viene algo
por el cielo, no oculta la cordillera
nuestra pregunta insomne,
no guarda su pecho oscuro
la respuesta a ese
tiempo que desde el mar avanza?
¿Es
eso lo que recuerdas, es ese ser oculto que por las calles canta,
es
ese vagabundo que duerme en la basura,
con
los zapatos rotos y la cara hacia el cielo,
en
una horrible mueca?
¿Es eso lo que recuerdas,
es eso que por las ramas
insiste en la primavera:
la joven esposa muerta,
la huella de los hombres
en el parque mojado?
¿Era eso en la noche,
eran las luces secas
de brillos petrificados
en las calles del lujo?
Para
ti, tierra, las vidas de los hombres solitarios,
los niños harapientos
jugando entre la lluvia,
los nombres, las fechas
y las personas muertas;
para ti las tormentas,
las colinas purpúreas,
las castañas
en duros zurrones afilados,
las lámparas
en grandes
habitaciones, los vientos,
los vientos sobre plazas
desiertas,
mientras las hojas
secas en el sediento asfalto
acumulan la futura
lluvia que aparece.
Es
cierto: porque cuando pasas sobre la noche;
cuando, sigilosamente,
aparece la lluvia,
y recuerdo los seres
que pasaron,
el calor de unas sienes
doradas por el vino;
cuando cruza el otoño
-rojo de furia triste-
por semáforos,
autobuses, tiernas escalinatas,
¿hay algo en esa cara
que interroga hacia el aire
de un día que
soporta otro día lejano?
Para
aquéllos las luces llenas de terciopelo,
las sibilinas voces
de perfumes, las vagas
promesas de placer
en cálidos recintos;
para ellos las noches
de promesas ocultas,
las estampas de un
invierno pasado,
el entierro lejano,
el humo
sobre el parque. Papeles
enloquecidos
caen hacia un otoño
rabioso que se acerca.
Están sobre
los puentes acumulando angustia,
el agua tiene secos
reflejos afiebrados,
sus ojos se adormecen,
fiebre y frío penetran
los ansiados retornos
que por el río pasan.
¿Qué han perdido
en las noches,
en la esquina poblada
qué interrogan sus caras?
Hablan del mar cercano
(el viento se estremece,
el viento cruza y pasa)
y apretados esperan
un ayer imposible para
un futuro incierto.
Tierra,
tierra sobre deseos, sobre puentes y ramas,
sobre arenas desiertas,
sobre pasos que mueren,
¿qué buscas,
qué esperas
para alcanzar un rostro,
un harapo, una mano quemada
por la moneda avara?
¿Es que esperas sus muertes
en la noche, sólo
sus vidas hoscas
consumidas sin haber
conocido
el hueco de un calor,
el sueño sin
temores, el alba
por fin mágica
y buena?
|